28 de febrero de 2025
Tres años de guerra en Ucrania: entre el águila y el oso
El 24 de febrero de 2022, las tropas rusas cruzaron nuevamente la frontera de su país con Ucrania en lo que fue el inicio de una invasión a gran escala. A pesar de lo perturbadora que fue esa acción, nadie sospechó entonces que se estaba desencadenando el mayor conflicto bélico en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Esta invasión no fue completamente inesperada: en 2014 Rusia había anexado la entonces ucraniana península de Crimea y desde finales de 2021 los servicios de inteligencia estadounidenses habían advertido la movilización masiva de tropas y equipos militares rusos a su frontera con Ucrania.
Excepto por los ucranianos, los demás actores enfrentados en esta guerra basaron buena parte de sus decisiones en un optimismo que resultó muy errado.
El presidente ruso Vladimir Putin tomó la decisión de iniciar la guerra convencido de que, por un lado, obtendría una victoria militar en poco tiempo y con unos costos bajos y, por otro, de que Estados Unidos y los países europeos tendrían una reacción similar a la de 2014, cuando le impusieron a Rusia unas sanciones relativamente leves.
Por su parte, los europeos y los estadounidenses creyeron que Putin no expondría a su país a nuevas sanciones, que había tenido suficiente con la anexión de Crimea y que respetaría el Protocolo de Minsk, en el que se comprometió a cesar el apoyo a los separatistas que buscaban independizar las regiones ucranianas de Lugansk y Donetsk.
Como lo podemos constatar trágicamente tres años después, la guerra continúa y lo hace con un saldo mucho más calamitoso de lo que cualquiera hubiera supuesto: varias ciudades ucranianas convertidas en escombros, miles de ucranianos y rusos muertos, millones de ucranianos desplazados, una OTAN que bascula preocupantemente entre la ampliación -a esta alianza se sumaron Finlandia y Suecia- y el alejamiento de su principal miembro, Estados Unidos.
Esta guerra ha estado lejos de ser bilateral: desde su inicio, los países occidentales han apoyado con información, entrenamiento, dinero y armamento a los ucranianos. Para Europa, se ha convertido en un recordatorio de que la paz de la que ha gozado durante decenios es frágil y de que su seguridad no puede seguir sustentada en una alianza heredada de la Guerra Fría, dependiente de la voluntad de Estados Unidos de apoyarla.
De hecho, el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense ha sido la constatación de que ese país no es un aliado incondicional, que actúa por consenso. Por el contrario, en una estrategia que mezcla la impredecibilidad, la transaccionalidad y la utilización de su posición de poder para obtener ventajas de sus contrapartes, el presidente Trump inició con Putin una conversación bilateral sobre el fin de la guerra, sin tener en cuenta ni a Ucrania ni a sus aliados europeos. Pocos días después, Trump firmaría un tratado con el presidente Zelensky sobre la explotación conjunta de minerales ucranianos, sin que sea clara la prolongación del apoyo militar estadounidense a Ucrania.
Para identificar los factores que marcaron el inicio de esta tragedia, analizar el desarrollo del conflicto e identificar las condiciones para que este pueda llegar a un final duradero, en este episodio nos acompañan María José Noriega, del periódico El Espectador; César Niño, de la Universidad de La Salle, y Manuel Rayran, de la Universidad Externado de Colombia.
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