17 de abril de 2020
Situación de la COVID-19 en el Cáucaso: Azerbaiyán
Kelly Chaib De Mares analiza in situ la llegada de la COVID-19 a Azerbaiyán y las medidas que ha tomado el gobierno de ese país del sur del Cáucaso para hacerle frente.
Kelly Chaib De Mares
PhD en Derecho Internacional, escritora e investigadora en la Región del Cáucaso
Fotografía de José Ricardo Infante, presentada en una exhibición en la Embajada de Colombia en Azerbaiyán.
La cadena montañosa del Cáucaso, que sirve de frontera natural entre Europa del Este y Asia Occidental, ha sido el punto de encuentro de diversas naciones y civilizaciones. Actualmente su territorio está dividido en cuatro países, ocho repúblicas étnicas, y tres territorios autoproclamados Estados que no son reconocidos por la comunidad internacional. La población que allí habita se identifica con diferentes tradiciones religiosas, musulmanas, cristianas, judías y budistas.
Con esta diversidad de grupos étnicos que hablan más de 40 idiomas, resulta de sumo interés analizar las respuestas que cada uno de estos entes territoriales le ha dado a la propagación de la COVID-19, la forma como se han interrelacionado sus Gobiernos y el mayor o menor grado de éxito en la gestión de esta emergencia humanitaria y económica.
Estudiar la situación que se vive en Azerbaiyán es un buen punto de partida para este ejercicio académico, considerando que es el Estado del Sur del Cáucaso (Transcaucasia) que cuenta con mayor territorio (área de 86.600 km2) y población (aproximadamente 10.000.000 de habitantes).
La llegada de la COVID-19
Teniendo en cuenta que el sur de Azerbaiyán comparte 765 km de frontera terrestre con la República Islámica de Irán, el principal foco de infección en Oriente Próximo, no sorprende que el primer caso que se registrara en la “Perla del Cáucaso” el 28 de febrero se tratara de un ciudadano ruso que viajaba desde la antigua Persia. La reacción del gobierno azerbaiyano fue cerrar los cruces fronterizos de Astara y Bilasuvar. Posteriormente, el 4 de marzo, Azerbaiyán prohibió la entrada de camiones e importaciones procedentes de Irán.
El 12 de marzo, Azerbaiyán registró la primera muerte ocasionada por el virus: una mujer de 51 años que se encontraba en cuarentena tras su llegada de Irán, en donde se trataba medicamente. El 22 de marzo, se confirmó la primera transmisión de persona a persona dentro del país; desde entonces hasta el 10 de abril de 2020, el gobierno reporta 991 casos, 10 muertes y 159 recuperados, con un total de 61.342 exámenes realizados.
Antes que se registrara el primer caso, el 27 de febrero, se creó una Comisión bajo el Gabinete de Ministros con la misión de hacer frente a la pandemia. Sin embargo, esta medida no fue suficiente y el Gobierno fue duramente criticado. Las críticas no solo provinieron de la oposición, sino de los medios progubernamentales, que argumentaban que Azerbaiyán se encontraba un paso atrás de otros países de la región que pudieron contener la primera ola de casos de una forma más eficiente.
La principal crítica se enfocó en el tiempo que tardó el Gobierno en cerrar sus fronteras con Irán, a pesar de los informes sobre la difícil situación que ya se presentaba en ese país. Tanto así, que el primer caso de COVID-19 en Georgia fue un hombre que viajaba desde Irán a través de Azerbaiyán, y su enfermedad fue detectada por guardias fronterizos georgianos, al no ser identificada en ninguna instancia en Azerbaiyán. Otras de las críticas se refirieron a la ausencia de información amplia y transparente a la población sobre la evolución de la situación, y a las malas condiciones de los sitios en donde los pacientes deben cumplir la cuarentena.
El Presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev rechazó de forma contundente estas críticas, calificándolas de provocaciones que buscan la desestabilización del país, e indicó que el brote de coronavirus requeriría una ofensiva contra la oposición política al gobierno.
Desde entonces, la restricción a la libertad de expresión ha incluido la modificación a la Ley de Información que obliga a los medios de comunicación evitar la publicación de información falsa sobre una amplia lista de temas, desde el sistema de salud, hasta redes de transporte. En este contexto fue arrestado el destacado líder de la oposición y uno de los principales críticos del Gobierno sobre el manejo dado a la COVID-19, Tofig Yagublu, según Human Rights Watch, por falsos cargos de vandalismo. Seis activistas más de la oposición han sido condenados a detención administrativa por supuestas violaciones al régimen de cuarentena.
La reacción inicial del Gobierno Azerbaiyano
Después de una lenta reacción al brote del virus, Azerbaiyán ha tomado toda clase de medidas sociales, sanitarias, económicas y de cooperación internacional, sin que se haya decretado un estado de emergencia nacional. Estas medidas han sido elogiadas por el Equipo de las Naciones Unidas en el país (UNCT por sus siglas en inglés).
A inicios del mes de marzo, el gobierno de Azerbaiyán donó cinco millones de dólares ($5.000.000) a la OMS (Organización Mundial de la Salud), con el objetivo de contribuir a sus esfuerzos para contener el brote de coronavirus. En retribución, Azerbaiyán es uno de los 17 países de la Región Europea que recibió equipos de protección personal y kits de análisis de laboratorio en dos entregas de la OMS. Además, esta organización envió una misión para apoyar la elaboración del “Plan Nacional para Detectar y Tratar Personas con COVID-19” y de la “Hoja de Ruta de Respuesta COVID-19”.
Otras actividades de cooperación internacional que se destacan fueron la donación de cinco millones de dólares ($5.000.000) de ayuda financiera a su vecino islámico del sur; y el recibimiento de 5.000 conjuntos de prueba de la COVID-19 donados por el gobierno chino. Azerbaiyán espera que China le envíe en los próximos días un segundo lote de ayuda con respiradores no invasivos y vestuario protector.
El aislamiento internacional del país fue paulatino: del 13 al 16 de marzo el presidente de Azerbaiyán, de común acuerdo con sus homólogos de Georgia, Turquía y Rusia, cerró los cruces fronterizos que aún quedaban abiertos. Valga recordar que las fronteras entre Armenia y Azerbaiyán son una línea de contacto en donde ambas partes violan diariamente el cese al fuego acordado en 1994, después de la ocupación militar de Armenia al territorio de Nagorno Karabaj.
Si bien, Nagorno Karabaj ha declarado de facto su independencia, Azerbaiyán continúa en la búsqueda de su reintegración territorial, y ha expresado su preocupación a la comunidad internacional que Armenia y el gobierno de hecho de ese territorio oculten los casos de infección por coronavirus de la población. Sus habitantes han informado sobre el aumento de personas con enfermedades respiratorias graves, el mal estado de la infraestructura de salud, y la falta de kits de prueba y personal médico.
A pesar de que las fronteras están cerradas, Azerbaiyán recibe a sus nacionales y residentes permanentes que requieren volver a sus hogares. Las personas que ingresan al país deben cumplir una cuarentena en lugares oficiales por un período de dos a tres semanas, dependiendo de la presencia de síntomas de contagio. Según la experiencia de Maryam Hasanova, quien acaba de salir de uno de los hoteles de Bakú destinados para el efecto, tienen un régimen estricto de aislamiento físico, cuentan con todas la comodidades y necesidades básicas satisfechas, y reciben atención médica diaria.
En cuanto a las medidas de aislamiento físico, también han sido tomadas de forma escalonada por la Comisión bajo el Gabinete de Ministros. Al iniciar el mes de marzo, se cerraron los centros educativos; luego, a mediados de ese mismo mes, se prohibieron los eventos públicos, se cancelaron las actividades en instalaciones culturales y de entretenimiento, se prohibieron las visitas en centros hospitalarios, se restringió el transporte público y se prohibió el paso entre las principales ciudades. Pero no fue sino hasta el 31 de marzo que se declaró la cuarentena a nivel nacional hasta el 20 de abril.
El endurecimiento de las medidas
Ante la desatención de la población a las medidas de la cuarentena, el Gobierno ha endurecido las medidas de restricción, exigiendo a las personas la obtención de un permiso por SMS para salir del lugar de residencia por dos horas, con el propósito de obtener servicios vitales: necesidad médica urgente, compra de alimentos y otros bienes o medicamentos. Excepciones a la norma se contemplan para situaciones que representen una amenaza directa para la vida y la salud, y para los empleados estatales y privados que laboran en sectores transcendentales como telecomunicaciones, agricultura, energético, infraestructura, financiero, entre otros. Estas excepciones han dado lugar a casos de corrupción que están siendo atendidos por las autoridades.
Al tiempo que el gobierno endurece las medidas de aislamiento físico, creó un sitio web (www.evdeqal.az) que proporciona a la población un acceso fácil a los servicios digitales para que puedan suplir sus necesidades cotidianas, como educación a distancia, salud electrónica, tiendas en línea, cines, museos y teatro, así como el pedido a domicilio de bienes y servicios.
Entre las medidas sanitarias adoptadas, la Academia Nacional de Ciencias de Azerbaiyán se encuentra investigando la producción de una vacuna; el Gobierno está instalando seis hospitales modulares, cada uno con 200 camas; al tiempo que el sector privado ha invertido en una fábrica para la producción de tapabocas médicos.
En busca de la estabilidad macroeconómica del país, el Presidente Aliyev firmó un decreto el 19 de marzo estableciendo un Fondo de Contingencia de Apoyo contra el Coronavirus. Aunque Azerbaiyán tiene el mayor presupuesto estatal de los países del sur del Cáucaso, hasta ahora ha sido el único que ha solicitado dinero a sus agencias gubernamentales, organizaciones, sector privado y empleados públicos.
Las primeras contribuciones al Fondo fueron los propios salarios anuales del Presidente Aliyev, y de la Primera Dama y Vicepresidente de la República, Mehriban Aliyeva. Posteriormente, se registraron donaciones provenientes del gobierno, de diversas organizaciones y negocios que presumiblemente serían los beneficiarios del rescate financiero. Los medios de comunicación han informado que los funcionarios públicos, incluyendo los maestros, “se ven obligados a donar sus salarios al fondo de coronavirus”.
No está claro cuánto dinero podrá recaudar el fondo, pero se cree que su necesidad surge a la persistente intervención de las autoridades para mantener la tasa de cambio de la moneda nacional Manat en 1.7 AZN / USD, a pesar de la caída del 32% en los precios del petróleo. Con esta política cambiaria, Azerbaiyán corre el riesgo de un ajuste macroeconómico disruptivo, como el ocurrido en 2015, cuando el Banco Central realizó una devaluación de la moneda nacional del 57%, como respuesta la primera gran caída en esa década de los precios del crudo. Es de anotar la gran dependencia de Azerbaiyán del sector de hidrocarburos, que constituyen aproximadamente el 40% del PIB, el 90% de las exportaciones y dos tercios de los ingresos fiscales.
Serán motivo de futuros análisis los resultados de esta serie de medidas adoptadas por el Gobierno de Azerbaiyán para la contención del brote de la COVID-19, y así poder concluir sobre el alcance de la meta fijada: “conseguir una posición de ventaja en el período posterior a la pandemia”.
Excelente artículo. Concreto y permite la visión comparativa de respuestas en diferentes países y continentes.