25 de abril de 2020
COVID-19: ¿Acelera, cambia o mantiene?
El profesor Marcos Peckel reflexiona acerca del efecto que la COVID-19 puede tener sobre la política internacional: ¿generará cambios estructurales o profundizará y acelerará las tendencias preexistentes?
Marcos Peckel
Experto en Medio Oriente de la Escuela de Relaciones Internacionales
@marcospeckel | marcos.peckel@uexternado.edu.co
Con la irrupción del coronavirus alrededor del planeta, en una sucesión macabra, descontrolada, asimétrica y letal, los seres humanos, encuarentenados, nos preguntamos: ¿y después qué? Esto asumiendo que hay un después.
En el ámbito de las relaciones internacionales, uno de los muchos existentes, en el que nosotros como profesores de la disciplina gravitamos, nos preguntamos igualmente: ¿cuáles son los escenarios globales del día después?
Las tendencias geopolíticas que han caracterizado la segunda década del milenio parecieran proclamar un nuevo orden mundial, como si no fuera siempre así, como si el orden fuera estático y de pronto se transformara. Quizás habría que hablar de ritmos de cambio, algunos más lentos, otros más rápidos y otros repentinos consecuencia de eventos cataclísmicos, como guerras o… pandemias.
Las fronteras y los muros
La “westfalización” del sistema internacional era una tendencia que ya venía —léase BREXIT— y con el coronavirus se ha acelerado a niveles que eran verdaderamente impensables. Los Estados cerraron sus fronteras, se desentendieron de sus vecinos, se encerraron en sí mismos a enfrentar la pandemia, restringieron el comercio de material médico y prohibieron la llegada de extranjeros.
Las fronteras se erigieron en muros alrededor de los Estados, cual fortalezas medievales. La aparente cooperación que existe en el desarrollo de la vacuna contra la COVID-19 entre algunos países, los mismos de siempre, no puede ocultar la actitud de “sálvese quien pueda” asumida por la gran mayoría de los Estados.
La primavera de las autocracias, reflejada en países como Hungría, Turquía, Filipinas, Camboya —por mencionar solo algunos— que han abandonado poco a poco el modelo democrático para mutar a dictaduras con dudoso sustento constitucional, es otra tendencia que hacía su curso y que podría acelerarse con la pandemia; aunque como se mencionaba anteriormente, nada es seguro.
Incluso gobernantes populistas como Bolsonaro y AMLO, que han rechazado las cuarentenas como forma de enfrentar el virus, podrían salirse con la suya.
Si la Verdad como valor supremo ya estaba siendo víctima antes del virus, principalmente en manos de personajes como Trump y otros tantos, dedicados a crear un mundo virtual en el que los hechos no importan, tras la aparición del virus podría quedar enterrada. O no. También podría ser que a los “pinochos” gobernantes les pasen factura por el daño causado por sus embustes.
Las grandes potencias
La evolución de las relaciones entre la Triada Estados Unidos, China y Rusia durante la corona y posterior a esta es también motivo de especulaciones sin fin. Aunque sería más apropiado hablar de China y Estados Unidos como lo dos polos que, sin acercarse a lo que en su momento fue la rivalidad de la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos, aparecen como dominantes en el panorama mundial.
China busca aparecer como el “adulto responsable” tras la debacle inicial de su manejo del virus, ofreciendo colaboración a los países más afectados y vendiendo equipo médico, defectuoso en algunos casos; mientras que Estados Unidos se empecina en acusar a Beijing de propagar deliberadamente el virus, bloqueando incluso una declaración conjunta del G7 por no hacer alusión al “virus de Wuhan”.
Está por verse si las dos potencias elegirán el camino de la cooperación o continuarán con las escaramuzas previas al virus: la guerra comercial, el rifirrafe en el Pacífico, las acusaciones de manipulación monetaria y robo de patentes y otras similares.
La periferia
En medio de la pandemia, Corea del Norte lanzó misiles al Pacífico e Irán anunció, una vez más, que lanzó con éxito un satélite militar al espacio, algo que requiere verificación tras innumerables intentos fallidos en el pasado. Ambos países son sujetos de sanciones por sus actos hostiles y en el caso de Irán, inmerso en una extensa cruzada de desestabilización regional, lo anterior parece demostrar que esa tendencia no cambiará sino que, por el contrario, podría acelerarse.
En América Latina, siempre frágil y fragmentada, el virus, dependiendo de cuánto dure, podría generar fuertes estallidos sociales en la medida que los Estados sean incapaces de desplegar una red de soporte para los más afectados. Sin embargo, quizás como ha sido tradicional en esta región, ni los éxitos son tan marcados ni las calamidades son tan funestas como en otras latitudes, por lo que el virus podría pasar por acá sin que realmente mucho cambie. Se irá la COVID-19 y veremos.
Más allá de la geopolítica, el gran interrogante que nos ocupa es cómo cambiará la sociedad. Seremos más austeros, menos consumistas, menos ostentosos, más aislados, más solidarios, más respetuosos, menos ególatras, menos tuiteros, más comprensivos. ¿O simplemente nada cambiará?
Un escrito ajustado a mis pensamientos y cavilaciones… bueno muy bueno