16 de agosto de 2024
Fronteras y migraciones en la mira de la seguridad
Con el aumento y el cambio de destino de los flujos migratorios a lo largo y ancho del continente americano, las fronteras entre los diferentes países de la región se han convertido en zonas prioritarias para la seguridad ciudadana e, incluso, para la nacional.
Migrar ha sido y sigue siendo un mecanismo indispensable para la supervivencia de los seres humanos. Desde que los primeros homo sapiens dejaron África hace más de 70.000 años y se dirigieron a Europa y Asia, para luego llegar a Oceanía y América, la migración nos ha permitido no solo sobrevivir, sino prosperar y extendernos por prácticamente todo el planeta.
La historia de nuestro continente ha estado, de hecho, marcada por la migración humana desde hace literalmente milenios. Podemos afirmar sin exagerar que la totalidad de los países en los que está dividida actualmente América son el producto de las migraciones, algunas voluntarias y otras obligadas. Y la migración sigue siendo uno de los procesos que mantiene vitales las sociedades americanas.
Y la migración es en sí misma un fenómeno dinámico. En los últimos años, por ejemplo, se ha acentuado la migración intrarregional en América. Hasta hace poco más de una década, la gran mayoría de los países latinoamericanos eran expulsores de migrantes. En la actualidad, varios países de la región se han convertido en lugares de tránsito y en destinos finales de los migrantes. A lo largo y ancho del continente se han establecido verdaderos corredores migratorios que conectan a Sur y Centroamérica y el Caribe con Norteamérica.
Es el caso de Colombia, que es el destino principal de la migración venezolana y un país de tránsito de los migrantes de distintos orígenes que se dirigen tanto al sur como al norte del continente.
Sucede lo mismo con México, país que pasó de ser un expulsor neto a convertirse tanto en corredor de paso como en receptor neto de migrantes. De hecho, desde que Estados Unidos ha tenido una política más restrictiva de la migración proveniente de Sur y Centroamérica, México se ha convertido en la en una especie de frontera sur de Estados Unidos.
A lo anterior se suma el fenómeno reciente de la migración de retorno, que ha llevado a un número importante de mexicanos que habían migrado a Estados Unidos a regresar a su país de origen.
Desafortunadamente en la migración parece cumplirse la tercera ley de Newton: toda acción provoca una reacción igual y en sentido opuesto. El aumento del flujo de migrantes y el cambio en la direccionalidad del mismo han coincidido con una exacerbación de la xenofobia en la mayoría de los países que son actualmente receptores de migrantes.
La percepción del deterioro de la seguridad ciudadana en buena parte de la región se ha asociado equivocadamente con la llegada de migrantes. Algo similar ha sucedido con el crimen transnacional organizado, especialmente el que tiene lugar en las zonas fronterizas de los diferentes países. En respuesta, los gobiernos de los distintos países americanos han ido girando el enfoque de sus políticas públicas sobre la migración, de uno humanitario hacia uno de seguridad ciudadana o, incluso, de seguridad nacional.
Lamentablemente la xenofobia se alimenta de las malas noticias, que son ciertas pero frecuentemente anecdóticas. La consecuencia es que muchos ciudadanos señalan a los migrantes como causantes de problemas, hasta el punto de ser considerados victimarios y no víctimas de crímenes diversos.
Y, ante la prioridad que ha ganado la visión de seguridad, se olvida también que las políticas públicas deberían tener como objetivos primordiales la integración de los migrantes en los países de destino, la protección de los derechos de los migrantes y la lucha contra la trata de personas.
Este panorama lamentable ha llevado también a que se ignoren y hasta se nieguen los múltiples beneficios de la migración, tanto para los migrantes como para sus sociedades de origen y también para la demografía, la economía, la cultura y la sociedad de los países que los reciben.
Para entender los flujos actuales de la migración en nuestro continente, el proceso que ha llevado a que este fenómeno sea considerado un asunto de seguridad y las alternativas de política que tienen los diferentes países, nos acompañan: Eduardo Bechara, de la universidad Externado de Colombia y Abelardo Rodríguez Sumano de la Universidad Iberoamericana de México.
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