27 de septiembre de 2024
Irán, una potencia regional imprescindible para la paz
Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán se convirtió en uno de los protagonistas de las tensiones que, de manera trágica, marcan hasta hoy las relaciones internacionales Medio Oriente.
La revolución convirtió a Irán en una teocracia, en la que el Líder Supremo es la autoridad incontrovertible en todos los asuntos del Estado. Por un lado, es el religioso más influyente del país; por otro, controla la política mediante su influencia en instituciones clave que incluyen los jueces, los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI). A esto se suma que el presidente iraní, a pesar de ser electo en las urnas, debe actuar según las directrices que recibe del Líder Supremo en temas tan importantes como la defensa y las relaciones internacionales.
La política exterior iraní está marcada, por un lado, por la enemistad explícita de ese país con Estados Unidos e Israel. En los últimos cuatro decenios, esta relación ha tenido varios episodios de confrontación, directos e indirectos, que van desde la toma de la embajada estadounidense en Teherán poco tiempo después del triunfo de la revolución hasta las sanciones económicas que Estados Unidos le impuso a Irán en 2018, en medio del fin de las negociaciones para evitar que este último desarrollara armamento nuclear.
También desde la revolución, las relaciones de Irán con Israel son de enemestidad total, hasta el grado de que uno de los principios explícitos del régimen iraní es la eliminación del Estado judío. Esto ha hecho que los dos países se mantengan en un estado permanente de confrontación, que en varias ocasiones ha generado acciones violentas de lado y lado.
Pero Irán no se enfrenta solamente con países que ve como ajenos a su región y su religión. También ha mantenido por años una especie de guerra fría con Arabia Saudita. Estos dos países han desarrollado una competencia por el poder y la influencia en la región, en una rivalidad que está marcada al menos aparentemente por la religión: Irán es chiíta mientras que Arabia Saudita es sunnita.
Para mantener su influencia política y militar en el Medio Oriente, Irán ha desarrollado una serie de alianzas con grupos armados no estatales. Esta red, con los llamados proxis, le permiten actuar de manera indirecta, pero contundente, en Gaza, Líbano, Siria Iraq y Yemen. Precisamente por su apoyo abierto a dos de estos proxis, Hamás y Hezbollá, Irán ha sido el objetivo de acciones recientes por parte de Israel.
Sus enormes yacimientos de petróleo y gas, y su ubicación estratégica para el comercio entre Oriente y Occidente le han permitido financiar el desarrollo de una capacidad militar significativa, lo que se refleja no solo en tener uno de los mayores ejércitos de la región, sino también en contar con tecnología militar de punta, dentro de la que se destaca la producción de drones.
Para entender la importancia de Irán en Medio Oriente, dimensionar su poderío y comprender cómo se relaciona con los otros países de la región, nos acompañan: desde Bogotá, Margarita Cadavid, de la Universidad Militar, y Manuel Camilo González, de la Universidad Javeriana; y desde Córdoba, Paulo Botta, de la Universidad Católica Argentina.
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