5 de marzo de 2021

Aportes latinoamericanos a las Relaciones Internacionales: un libro para pensar y debatir desde OASIS y El Externado

Una reseña de Pensar, debatir y aportar a las Relaciones Internacionales, un libro que "asume una perspectiva eminentemente latinoamericana, interrogándose críticamente sobre lo que supone pensar y teorizar las relaciones internacionales desde la particular perspectiva que supone Latinoamérica".

José Antonio Sanahuja

Catedrático de Relaciones Internacionales, Universidad Complutense

Director, Fundación Carolina


Pese a ser un hecho disputado, el nacimiento de la disciplina de las Relaciones Internacionales en 1919 dio lugar a un centenario que, más que conmemoraciones solemnes, alentó un amplio ejercicio de reflexión sobre la naturaleza, alcance y confines de la disciplina. En ese ejercicio de introspección, su propio objeto de estudio, sus teorizaciones y condicionantes institucionales fueron sometidos a un intenso escrutinio y debate. A diferencia de aniversarios anteriores, en esta ocasión los aportes no se limitaron al habitual circuito anglosajón de producción y validación de saberes de una disciplina que, como señaló Celestino del Arenal, ha tenido en Occidente, y en particular es Estados Unidos, sus principales, si no únicos referentes.

Desde 2019, año del centenario, están apareciendo distintas obras colectivas en lengua española que muestran tanto la gran vitalidad de las Relaciones Internacionales en el espacio iberoamericano, y el particular, en América Latina, como la intensidad de ese debate. Cabe mencionar, en particular, el volumen ¿Cien años de Relaciones Internacionales? Disciplinariedad y Revisionismo, editado por A. Lozano, D. J. Sarquís, J. R. Villanueva y D. Jorge, y auspiciado por la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI) (2019); también ese año, la Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, en México, lanzó un numero monográfico con valiosas aportaciones latinoamericanas. Y en 2020. Como resultado de un congreso organizado el año anterior, la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales publicó el volumen titulado Cien años de Relaciones Internacionales. Una mirada reflexiva, editado por el que suscribe y por C. García Segura y F. J. Verdes-Montenegro.

A estos trabajos se ha sumado, esta vez desde Colombia, el volumen colectivo Pensar, debatir y aportar a las Relaciones Internacionales. Publicado por la Universidad Externado, reúne trabajos de F. Frasson-Quenoz, E. M. Marín-Aranguren, F. D. Trejos-Mateus, J. Garay, M. A. Rayrán-Cortés, M. Martínez y P. García. Se trata de un volumen de gran altura y calidad académica, una cuidada edición y aportes de gran interés, que está llamado a convertirse en una obra de referencia en la disciplina. El elemento común que da unidad a este libro es, también, que asume esa mirada reflexiva sobre la disciplina y sus principales ontologías, teorizaciones y debates. Y, es importante destacarlo, se asume una perspectiva eminentemente latinoamericana, interrogándose críticamente sobre lo que supone pensar y teorizar las relaciones internacionales desde la particular perspectiva que supone Latinoamérica: como problemática, como perspectiva, y como condicionante. Es decir, tomando como punto de partida la posición periférica y subalterna que la región ha ocupado tanto en el sistema internacional, como en las estructuras institucionales de generación, difusión y validación de saberes y conocimiento que dan forma a la disciplina. Una posición que, dicho sea de paso, es compartida por buena parte de la academia europea continental y en particular, por la Escuela Española de Relaciones Internacionales, también empeñada en escribir en español y desde una tradición sociológica e interpretativa distinta a las dominantes en el mundo académico anglosajón.

Hay otros elementos valiosos en este libro que es oportuno destacar: en un momento de cambios profundos en el sistema internacional, el análisis no asume las narrativas dominantes sobre transición de poder, bipolaridad emergente, competencia estratégica, pugna geopolíticas y dilema de Tucídides que a menudo, más que aportar claves interpretativas del cambio, son una muestra de los discursos e interpretaciones autorreferenciales y la ortodoxia teórica en la que continua atrapada la corriente principal de las Relaciones Internacionales. Por el contrario, se abre a nuevas agendas de investigación y refleja un saludable pluralismo teórico y la voluntad de situarse en las fronteras del conocimiento que se están abriendo a rebufo de esos cambios sistémicos en el escenario internacional.

Este libro es, además, una cristalización de la tradición docente e investigadora de la Universidad Externado, de la que son forman parte la mayor parte de los autores/as del libro, y de su Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales (OASIS), que, con ese nombre como cabecera, publica una de las principales revistas de Relaciones Internacionales de la región. En torno a esta casa de estudios se ha ido gestando uno de los principales núcleos de internacionalistas en Colombia y en América Latina, Un grupo que, además, destaca por su interés en la teoría. El libro que nos ocupa no es, en ese sentido, un caso aislado, pues da continuidad a los trabajos que se reunieron en un volumen anterior, Teorías sobre Relaciones Internacionales. Perspectivas y lecturas desde América Latina (2018) surgido también de este núcleo.

El volumen se abre con un interesante aporte de Florent Frasson-Quenoz, desde las conceptualizaciones de Pierre Bordieu, sobre el potencial, limitaciones y riesgos que supone una refundación de la disciplina en el marco de lo que se ha denominado la Global IR. Considerando Latinoamérica como una suerte de exilio intelectual respecto de las corrientes dominantes, es necesario problematizar la dependencia, en términos socio-políticos y teóricos, así como la reacción estadocéntrica que esta pudiera alentar, en el marco del más amplio debate entre particularismo y universalismo que también está presente en las ciencias sociales.

En su capítulo, Marín-Aranguren y Trejos-Mateus abordan la cuestión de la gobernanza global indagando sobre el papel de la sociedad civil y su agencia, para lo que es necesario un instrumental teórico menos anclado en el estadocentrismo. Una teoría de la gobernanza global que incorpore aportes de la teoría de redes y sus lógicas relacionales, en particular, se presentan, así, como alternativas al mainstream para dar luz a esta cuestión.

Por su parte, Garay hace una revisión crítica de la teoría de la dependencia, como original aporte latinoamericano, ofreciendo a cambio la también clásica Escuela Austriaca de economía. Este es quizás el capítulo más problemático, no solo por una débil y poco convincente crítica a la escuela de la dependencia, sino por ofrecer a cambio una aproximación a la economía más normativa que explicativa, citando en ocasiones como supuestas autoridades a comentaristas neoliberales de escaso rigor.

Como expresión de la apertura de este libro a nuevas agendas de investigación, el capítulo de A. Rayran-Cortés realiza una lectura en clave neogramsciana de las tecnologías de la información y las comunicaciones, como desencadenantes de un cambio en las estructuras del sistema internacional con profundas consecuencias sobre las fuerzas productivas, la estructura social, el Estado, la hegemonía y los órdenes mundiales. Miguel Martínez, por su parte, parte de la sicología social -un aporte poco presente en ese crisol de política, economía, derecho, sociología e historias que es también la disciplina las Relaciones Internacionales- y examina cómo sus categorías, métodos pueden contribuir a dilucidar el papel de la identidad en las Relaciones Internacionales, y la influencia que la identidad tiene en la constitución de otras variables como los intereses y los valores.

El último capítulo, de Pío García, adopta una mirada explícitamente normativa en la que se interroga por el potencial y límites de las Relacione Internacionales para hacer frente, desde la deliberación y la acción colectiva, a los retos que la sociedad internacional ha de encarar, algunos de ellos de naturaleza existencial, como los referidos al cambio climático o la prosperidad compartida. Desde esos interrogantes, García reclama una reconstrucción de la acción multilateral como única respuesta viable a esos retos.

Se trata, en suma, de un libro oportuno y valioso por los aportes académicos que contiene, y también por lo que vindica en su título: la importancia de pensar, debatir y aportar a las Relaciones Internacionales, y añadiríamos: desde América Latina: desde una nueva generación de especialistas, más jóvenes y audaces, más abiertos a nuevos enfoques y menos marcados por las corrientes dominantes, y más conscientes de las agendas, teorías, interrogantes y desafíos normativos que presenta un sistema internacional en rápida transformación. Para terminar, y en resumen: no dejen de leerlo. Les hará pensar, mucho, y bien.


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