9 de agosto de 2020
75 años de temor nuclear y contando
Con ocasión del septuagésimo quinto aniversario de los bombardeos atómicos en Hiroshima y en Nagasaki, María Teresa Aya hace un balance de las instituciones internacionales que buscan reducir la existencia de las armas nucleares y analiza su crisis actual .
María Teresa Aya Smitmans
Coordinadora de la Maestría en Asuntos Internacionales
Profesora e investigadora de la Escuela de Relaciones Internacionales de FIGRI
@ayateresa | maria.aya@uexternado.edu.co
En 1939, Albert Einstein le advirtió al presidente Franklin D. Roosevelt que los experimentos recientes con el uranio hacían prever la creación de un arma con una alta capacidad de destrucción y que era posible que los alemanes ya tuvieran también esa tecnología. El mundo entraba en la era nuclear.
Seis años más tarde, el 6 de agosto de 1945, la primera de estas bombas explotaba en Hiroshima y, el 9 de agosto, la segunda explotaba en Nagasaki. Esas explosiones cambiaron al mundo y al sistema internacional. Desde entonces, y por 75 años, el mundo ha vivido con miedo de una guerra nuclear; una guerra capaz de destruir el mundo como lo conocemos.
La generación con miedo
Durante las décadas de los cincuenta y sesenta, tanto EE. UU. como la URSS realizaron pruebas de bombas nucleares, y Francia, China y Gran Bretaña también desarrollaron tecnología nuclear. Esto llevó a toda una generación a crecer con miedo a una guerra nuclear, sin saber si al día siguiente estarían vivos o no. Se construyeron refugios subterráneos y los niños aprendieron a esconderse debajo de los pupitres en caso de una alerta nuclear. La ansiedad permeaba la vida cotidiana.
Episodios como la crisis de los misiles en Cuba, el desarrollo de la bomba de hidrógeno y los submarinos nucleares llevaron a que el presidente Kennedy declarara, en 1963, que el gasto de billones de dólares en el desarrollo de nuevas armas se justificaba puesto que esta era la única manera de mantener la paz. Para Kennedy, la adquisición de armas que no se utilizarían se convertía en la manera de desalentar su uso por parte del enemigo. Nacía así, en 1965, la doctrina de la destrucción mutua asegurada o MAD por sus iniciales en inglés. MAD en ese idioma es también la palabra para loco y la carrera nuclear era, y es, una carrera de locos.
La No Proliferación
La locura de la era nuclear llevó a que, en 1968, se negociara y firmara el Tratado de No Proliferación Nuclear – TNP –.
Este sigue vigente y tiene tres pilares importantes:
- la no proliferación o el impedir que los Estados que en 1968 no tenían armamento nuclear lo desarrollen,
- el uso pacífico de la energía nuclear y
- el desarme, o la idea de que los países con armas nucleares al momento de su firma se deshagan de ellas.
Esto último es un ideal que está lejos de los intereses nacionales de los cinco Estados con armas nucleares en 1968: EE. UU., URSS (hoy en día Rusia), Francia, Gran Bretaña y China; los mismos cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El llamado “club de los cinco”.
Un club cada vez menos exclusivo
En cuanto a la no proliferación, tres países de los 193 miembros de las Naciones Unidas no han firmado el tratado. Por consiguiente, son Estados que han desarrollado armas nucleares a pesar de las restricciones internacionales y del estigma nuclear. Estos son Israel, India y Pakistán. Uno más, Corea del Norte se retiró del acuerdo en 2003 para poder también construir su propio arsenal nuclear.
Por otro lado, el caso de Irán es uno en el que el país fue de los primeros signatarios del Tratado, pero no ha firmado ni ratificado las salvaguardas que permiten la entrada de inspectores al país a revisar el uso que se le da a la tecnología nuclear. En 2015 firmó el Plan de Acción Integral Conjunto – PAIC – que pretendía darle más transparencia al tema nuclear. Sin embargo, con la llegada de Trump y el retiro de EE. UU. del PAIC, este pasó a un segundo plano a pesar del interés de la Unión Europea por mantenerlo. Hoy, el gobierno iraní amenaza de manera continua con retirarse del TNP. Se dice que es muy poco lo que se necesita para pasar del uso pacífico de la energía nuclear a la construcción de una bomba…
El regreso del miedo
Han pasado 75 años desde que explotó la bomba en Hiroshima y, a pesar del TNP y de los esfuerzos internacionales por contener el desarrollo del armamento nuclear, seguimos viviendo en un mundo de locos o MAD people, en donde los intereses nacionales siguen estando por encima de un mundo con derecho a vivir sin miedo. Nos enfrentamos a un mundo complejo y poco previsible, en el que la línea que divide lo predecible de lo impredecible es cada vez más delgada.
El miedo subsiste y las dudas persisten: ¿hasta qué punto las excepciones en el TNP se han convertido en las nuevas amenazas? ¿Estamos condenados a un miedo indisoluble en la era nuclear?