15 de enero de 2020
Irán y Estados Unidos: el contexto de la nueva tensión
El profesor Felipe Medina ofrece elementos de contexto para entender mejor la actual crisis entre Estados Unidos e Irán.
Felipe Medina Gutiérrez
Profesor e Investigador de la Escuela de Relaciones Internacionales – FIGRI
felipe.medina@uexternado.edu.co
La República Islámica de Irán y Estados Unidos protagonizan en el inicio del 2020 un nuevo hecho de enfrentamiento y fuerte tensión. Ello no solo afecta a las partes directamente enfrentadas, sino que concierne a toda la “comunidad internacional”. Durante esta coyuntura los medios de comunicación en Colombia fueron especialmente activos en cubrir y explicarle a la opinión pública la naturaleza de estos hechos. Sin embargo, hizo falta una contextualización de diferentes elementos que resulta necesaria para entender la presente crisis. Algunos de estos puntos son explicados a continuación.
Hechos históricos de “enfrentamiento”
Irán y Estados Unidos no siempre fueron “enemigos”. Más allá de las ideas personales de cada ciudadano en ambas naciones, a nivel estatal la tensión más profunda se origina desde el año de 1979 y el consecuente triunfo de la Revolución “Islámica” y el establecimiento de lo que hoy conocemos como la República Islámica de Irán1. Durante las décadas anteriores, Washington tuvo en Teherán uno de los aliados más importantes en la región, si no el más trascendental junto con el Estado de Israel2. De hecho, en términos prácticos Irán antes del 1979 fue el Arabia Saudí de hoy.
Con el triunfo de este nuevo proyecto político en el país y en la región, diversos sucesos marcaron las relaciones entre ambos Estados. En primer lugar, la toma de la embajada estadounidense en Teherán (1979-1981, hoy un museo didáctico) por los estudiantes iraníes que desembocó en una crisis diplomática. En segundo lugar, la guerra entre Irán e Iraq (1980-1988), donde fue protagonista el gobierno de Saddam Hussein, apoyado y financiado por Washington con el propósito de eliminar este nuevo gobierno en Irán, pero que desembocó en una guerra absurda con miles de muertos en ambos bandos, y que se solucionó por medio de Naciones Unidas3 y por último, la imposición de Washington de sanciones económicas a Teherán (desde 1979 a la actualidad), que afectan profundamente su economía pero que han demostrado no ser un obstáculo mayor para el gobierno iraní en desarrollar su proyecto nacional y regional.
Sin embargo, no todo siempre ha sido tensión, y ello se refleja tanto en la invasión estadounidense a Afganistán e Iraq (2001 y 2003), a las cuales Irán nunca se opuso (beneficiándose más que todo en el caso iraquí) y, en la guerra contra el Estado Islámico en Iraq y Siria a partir del 2014, en la cual hubo operaciones coordinadas.
La naturaleza del Estado iraní: entendiendo al Sepah e-Pasdaran
Resulta trascendental entender cómo funciona el Estado en Irán y su estructura del poder público. Se trata de un sistema hibrido más que de una verdadera teocracia, pues combina elementos religiosos e instituciones comunes del Estado nación. Su fundamento se encuentra en el concepto del Velayat e-Faqih que en persa significa “el gobierno del jurista”, elemento nodal en la fundación de la República Islámica de Irán y de la ingeniería estatal en sus primeros años diseñada principalmente por el imam Jomeini (no confundirlo con el actual líder, Ali Jamenei).
El Estado en Irán combina instituciones electas y no electas popularmente. Así, integra un parlamento (mayles) y la figura presidencial (actualmente Hassan Rouhani), una de las figuras más importantes, junto con su gabinete. Sin embargo, está sometido bajo la figura del rahbar o líder supremo (actualmente Ali Jamenei). Aquí es donde operan las instituciones no electas bajo voto popular. Se trata de la autoridad máxima del Estado y las decisiones más importantes deben contar con su aprobación (por ejemplo, dirige la política de telecomunicaciones y es el jefe de las fuerzas armadas y no el presidente). Dentro de esta diversa estructura estatal también se encuentran el Consejo de los Guardianes, la Asamblea de Discernimiento, la Asamblea de Expertos, entre otras instituciones de gran relevancia.
Sin embargo, la cuestión de las fuerzas armadas resulta clave en esta coyuntura. Qassem Suleimani fue un general del Sepah e-Pasdaran e-Engelab e-Eslami, que en persa significa, los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica. Dicha organización es diferente del “ejército nacional” que en Irán es conocido bajo el nombre de Artesh. El Sepah es una institución que goza de una autonomía notoria, estando solamente bajo el mando del rahbar y que durante años ha desarrollado una importante actividad económica. De hecho, ejerce una influencia considerable sobre el Artesh. Dentro del Sepah se encuentra la Sepah e-Qods, o “Fuerza de Jerusalén”, un cuerpo que tiene como insignia la liberación de Palestina y también con notable independencia en su estrategia y actividades4. Ejerce influencia en territorios como Líbano (especial relación con el partido político Hezbollah), en Siria (con notoria participación en el campo de batalla contra el Estado Islámico y en actividades a favor del régimen de Bashar al-Ásad), en Palestina (principalmente en la franja de Gaza en el caso de los grupos de resistencia Hamás y Yihad Islámica), y en Iraq, con profundas relaciones con las milicias iraquíes que se consolidaron después del 2003. De ahí a que por ejemplo, Suleimani estuviera acompañado al momento de su muerte por Abu Mahdi al-Mohandis, líder de al-Hashd al-Shaabi (Las Fuerzas de Movilización Popular).
Enero de 2020: el contexto de la tensión
Un buen punto de partida es la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y su decisión de retirarse del acuerdo nuclear entre el G5+1 e Irán conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto, firmado durante la administración de Barack Obama en 2015. Si bien el acuerdo no era perfecto, sí fue bastante lógico pues limitó el proyecto de energía nuclear iraní y su enriquecimiento de uranio, con estricta vigilancia de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEO)5. La oposición se basó más bien, en un tema geopolítico puro, que tenía como críticos a Israel, quien no permite la entrada de la AIEO y que recién reconoció ser una “potencia nuclear”, en palabras de su primer ministro Benjamín Netanyahu y, Arabia Saudí, ambos rivales declarados del gobierno iraní. No es coincidencia que la gran parte de la comunidad internacional haya apoyado el acuerdo. Dicha decisión estuvo acompañada además de una nueva política de presión diplomática, económica y militar contra Irán.
La ejecución extrajudicial del general iraní Qassem Suleimani el 3 de enero de 20206 y la consecuente respuesta de Teherán días después de bombardear una base militar estadounidense en Iraq también tienen un importante contexto. Aunque sea probable que esta decisión se tomó mucho tiempo atrás y el clima del impeachment y las elecciones en Estados Unidos sean una variable trascendental, el contexto en Iraq los días previos es de especial relevancia: el 27 de diciembre de 2019 se dio un atentado contra contratistas privados estadounidenses en Kirkuk; Washington respondió tres días después con un ataque contra las milicias iraquíes, y posteriormente, el 31 de diciembre, distintos sectores iraquíes intentan tomarse la embajada de Estados Unidos en Bagdad. Esta cadena de sucesos llevó a la crisis, de la que Estados Unidos acusó a Irán de estar detrás.
Los medios y diversos analistas solo se enfocaron en la muerte del general Suleimani, sin embargo, también es relevante la muerte de al-Mohandis, quien lideró por muchos años la estructura de al-Hashd al-Shaabi. De hecho, entender el contexto iraquí es clave pues permite comprender mejor la actual situación y lo que le depara a este episodio de conflicto.
Finalmente, el derribo del avión comercial ucraniano, donde murieron ciudadanos iraníes, por parte de fuerzas del gobierno en Irán y la tensión interna del país clamando justicia además de otras reivindicaciones locales (ej. El tema del incremento a la gasolina que brotó en noviembre de 2019), son temas para seguir detenidamente en esta nueva tensión que vincula a Irán y a Estados Unidos.
Notas
1 Hablamos de la “tensión más profunda” para no omitir otros hechos históricos como lo fue el golpe de Estado orquestado por la CIA (Agencia Central de Inteligencia) al entonces primer ministro Muhammad Mossadeg (1953), quien, a raíz de su proyecto de nacionalizar la industria petrolera iraní, fue derrocado dando paso al establecimiento de la monarquía de Muhammad Reza Pahlevi (conocido como el Sha) hasta el 1979.
2 Principalmente desde 1967, aunque con notoria ayuda en su establecimiento desde 1947 en territorio palestino.
3 Paradójicamente, esta guerra contribuyó a la consolidación del proyecto de la República Islámica de Irán y hoy todavía está muy presente en la memoria de todos los iraníes.
4 Otras fuerzas al interior del Sepah incluyen al Basiy, una fuerza auxiliar de voluntarios a favor de la República Islámica involucrados en diferentes tareas a nivel doméstico.
5 Irán en aquel momento también fue firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear. Recientemente a raíz de la presente crisis, su ministro de relaciones exteriores afirmó que el país tenía la intención de retirarse del pacto.
6 Dentro del abanico de justificaciones esbozadas por Washington estuvieron que Suleimani estuvo relacionado en los atentados del 9/11, obviando que hasta el momento no hay ningún reporte de su involucramiento, y que resulta irónico, pues la mayoría de los suicidas eran de nacionalidad saudí, aliado importante de Washington en la región. También se le acusó de planear varios atentados contra intereses estadounidenses, versión desmentida por el Pentágono en enero 13 de 2020.