28 de junio de 2023

ORGANIZACIÓN DE ESTADOS IBEROAMERICANOS (OEI): ALIADA ESTRATÉGICA DE LA DIPLOMACIA CIENTÍFICA

La Diplomacia Científica (DC) se convierte en una nueva categoría conceptual, analítica y práctica, que tiene múltiples propósitos.

Rafael Piñeros

Profesor e Investigador de la Escuela de Relaciones Internacionales – FIGRI

rafael.pineros@uexternado.edu.co

Jesus Arturo Gálvez Valega

Asesor legal de Diplomacia Científica de la Organización de Estados Iberoamericanos -OEI-·

jgalvez55@hotmail.com


Introducción

La agenda internacional contemporánea se caracteriza por favorecer la interacción constante entre Estados, Organizaciones Internacionales, sector privado y otros actores de la sociedad. En efecto, la solución de los complejos problemas que como humanidad debemos enfrentar en el siglo XXI, implica la construcción de vasos comunicantes entre actores, con la intención de proveer mejores bienes y servicios para la comunidad. En otras, palabras, la construcción de mecanismos novedosos requiere que el Estado encuentre asociaciones productivas con otros actores.

Adicionalmente, no sólo es necesaria interacción entre actores lo que se requiere, sino que, adicionalmente, quebrar las barreras tradicionales del conocimiento se convierte en una necesidad para proveer marcos analíticos flexibles de comprensión y aplicación de los fenómenos del siglo XXI. En otras palabras, el siglo XXI invita a pensar en una manera en la cual científicos, filósofos, médicos, ingenieros, entre muchas otras profesiones, se sienten a discutir la mejor manera de solucionar problemas sociales y proyectar sociedades sostenibles, resilientes y solidarias.

La crisis climática, la transición energética, el manejo de pandemias y otras epidemias tropicales, la educación de alta calidad en ciencia tecnología e innovación (CTI), entre otros, requieren el compromiso de los Estados y el acompañamiento de otros, así como la ruptura de las fronteras disciplinares para la consecución de objetivos comunes a la sociedad.

Por lo anterior, dentro de la sociedad del conocimiento, el mundo está viviendo una constante disrupción tecnológica, que condicionan todas las actuaciones, de la comunidad internacional, a tal punto, que se puede afirmar que la Cuarta Revolución Industrial, acompañada de la digitalización, han logrado que surja en el derecho internacional y en las relaciones internaciones dos nuevas tendencias: el derecho global y la globalización, donde la cooperación internacional, afortunadamente no pierde su identidad y su sentido de establecer relaciones, que transforman y dinamizan todo el sistema de investigación, desarrollo tecnológico, e innovación que requieren los estados en el siglo XXI.

Gornitzka (2008) expone que la combinación de cambios culturales, económicos políticos e inclusos tecnológicos han acelerado la colaboración científica internacional, en este sentido, la ciencia, al trascender naturalmente barreras institucionales y nacionales se apalanca por medio de la globalización y la economía del conocimiento, ampliando el impacto que puede llegar a tener en la sociedad.

Se observa asimismo un cambio general en la dinámica de la CTI, donde anteriormente la ciencia estaba atada a disciplinas muy concretas y los investigadores individuales eran importantes generadores de conocimiento; actualmente se observan dinámicas inter- y transdisciplinarias en el quehacer científico y los equipos o grupos de investigación ganan cada vez más relevancia, los cuales son multiplicadores de capacidades de CTI (Ordóñez, 2021).

En ese sentido, la Diplomacia Científica (DC) se convierte en una nueva categoría conceptual, analítica y práctica, que tiene múltiples propósitos. En ese sentido, inicialmente es conveniente mencionar que la DC contribuye a la generación de nuevos vínculos entre actores, al tiempo que desdibuja las fronteras del conocimiento tradicional para proyectar flexibilidad en la toma de decisiones y en las políticas que se implementan en diferentes niveles de la administración.

Por lo anterior, este artículo se concentra en articular algunas definiciones sobre diplomacia científica, así como las acciones que a través de la OEI se han venido implementando con la intención de apoyar a Colombia en el aprovechamiento del potencial que tiene el país en vincular la CTI al crecimiento y al desarrollo sostenible.

La diplomacia científica: Una apuesta para el futuro

Los problemas del siglo XXI requieren de soluciones audaces y que generen cambios en los comportamientos entre los agentes. Por ejemplo, en el informe de la UNESCO Sobre la ciencia hacia 2030 publicado en 2015, se hace un llamado para incorporar de manera más eficaz la CTI para el desarrollo, adoptando “medidas destinadas a respaldar sectores estratégicos como la agricultura, la energía y las TIC mientras que otros países están tratando de captar financiación para ciencia e investigación con el objetivo de expandir la innovación endógena aumentando su competitividad” (UNESCO, 2015, p.28).

Esta situación refleja lo que otros han manifestado, en el sentido que los problemas son interdisciplinares, requieren de cooperación entre los actores y no pueden ser solucionados por un único actor (Gual Soler, 2020).

Las razones antes expuestas nos llevan a pensar que encontrar una forma de vincular la ciencia y el conocimiento, por un lado, con la toma de decisiones, por el otro, sigue siendo una tarea que se construye sobre la marcha, adaptándose a cambios que requieren la construcción de puentes e interacción constante entre el campo de la ciencia, la política y la economía (Rüffin y Flink, 2019). Además, en el desarrollo mismo de la humanidad, la ciencia ha sido un factor transformacional en la manera en la que se llevan a cabo las relaciones internacionales, en ocasiones dinamizando y generando nuevos temas de la agenda, al tiempo que produciendo nuevos riesgos e inseguridades (Weiss, 2015). En otras palabras, la ciencia ha potenciado y dinamizado la capacidad de los Estados y otros actores para el desarrollo de los pueblos.

La diplomacia científica entonces se entenderá inicialmente como la propuesta efectuada por la Royal Society británica y la Academia América para el Avance de la Ciencia en 2010, esto es:

  • La ciencia en la diplomacia, la cual busca informar objetivos de política exterior por medio de la ciencia.
  • La diplomacia para la ciencia, la cual pretende facilitar la cooperación científica internacional.
  • La ciencia para la diplomacia, la cual utiliza la cooperación científica para mejorar las relaciones diplomáticas entre países.

Otro de los enfoques más conocidos en la actualidad de DC es el que relaciona el concepto con propósitos estratégicos definidos por el Estado, en el cual se identifican tres características importantes: facilitar el acceso a infraestructura de punta, expertos, recursos naturales y capital; en segundo lugar, promocionar la ciencia de un país en el exterior y, finalmente, potenciar la influencia de la ciencia nacional en otros lugares, una especie de soft power de las relaciones internacionales Flink y Schreiterer (2010).

Por último pero no menos importante, se quisiera destacar un enfoque adicional en el cual, la DC tiene una intención manifiesta de contribuir al desarrollo de los pueblos en diferentes niveles. En primer lugar, se encuentran los intereses nacionales, dirigidos a obtener respuesta frente a emergencias o crisis nacionales, promover intereses económicos o mejorar capacidades mediante la cooperación internacional; en segundo lugar, se constituyen los intereses regionales, en los cuales convergen prioridades de conservación regional, desarrollo comunitario transnacional o fortalecimiento mediante la implementación de proyectos comunes con países vecinos y, por último, los intereses globales, es decir, aquellos en los cuales la DC diseña soluciones a retos que van más allá de las fronteras de los países y que se encuentran a escala planetaria, como son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Gluckmann et al., 2017).

Por lo anterior, la DC permite encontrar formas de relacionamiento novedosas entre diferentes actores, que faciliten la construcción de mecanismos de interacción para la solución de problemas y la proyección de la sociedad basados en la CTI, con lo cual, se estimula la construcción de relaciones a largo plazo más pacíficas, horizontales y participativas. Es por esto que la DC tiene un doble efecto: por un lado, nivel interno en la provisión efectiva de políticas públicas y, por el otro, a nivel externo, en la interacción de política exterior que se produce frente a actores en el escenario internacional de carácter regional y global.

Una relación necesaria: lo estatal y lo multilateral

Como se mencionó en la introducción, la relación entre actores internacionales requiere de la cooperación entre diferentes actores con la intención de proveer bienes y servicios a la comunidad de manera más efectiva. La gobernanza internacional permite que se produzcan esos vasos comunicantes, con la intención de proveer, solucionar y proyectar relaciones permanentes y horizontales. En otras palabras, se convierte en un marco efectivo para la gestión de la agenda internacional y también local.

En ese sentido, “la gobernanza global se sitúa como un esfuerzo por describir, explicar, entender o interpretar los hechos que se presentan en el escenario internacional” (Marín-Aranguren y Trejos-Mateus, 2020, p. 74). Al describir las relaciones entre actores, también trata de generar marcos teóricos o conceptuales de trabajo entre diversos actores, razón por la cual, la gobernanza nos lleva a observar el tipo de relación entre el Estado, las Organizaciones Internacionales, el sector privado, la sociedad civil entre otros, con miras al establecimiento de marcos de entendimiento para la solución de problemas en diferentes niveles, a partir de la utilización de los mecanismos e instrumentos con lo que cada uno puede contribuir mejor (Weiss y Wilkinson, 2014).

De esta forma planteamos que la relación entre los Estados y las Organizaciones Internacionales, se torna pertinente y necesaria en el siglo XXI, pues facilita la utilización de los instrumentos y mecanismos que cada uno desarrolla para proveer mejores políticas públicas.

Desde el surgimiento de la cooperación de las Organizaciones Internacionales,  es importante destacar, la creación en 1949 de la Organización de Estados Iberoamericanos  para la educación, la ciencia y la cultura (OEI),  la cual ocupa un lugar prominente, cuyo nombre inicial fue “Oficina de Educación Iberoamericana” , hoy  en día es un organismo internacional de carácter multilateral, que gracias a sus fines generales y a la acción programática, ha logrado transformarse en una institución clave para el desarrollo de la educación, y en especial de la innovación de los  gobiernos iberoamericanos.

Es tal, su dimensión, que hoy tiene presencia en 23 países de la región Iberoamericana y, además, tiene países en calidad de observadores y colaboradores en otros continentes (Países Africanos de Lengua Portuguesa y Timor Oriental), que convierten a la organización poco a poco en global.

Una relación estratégica

Con la intención de cumplir su objetivo misional, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia, en este nuevo ciclo de su trayectoria, ha planteado objetivos estratégicos prioritarios y dentro de estos objetivos, se encuentra, el establecimiento de la internacionalización de la ciencia, tecnología e innovación, que busca, ante todo, el emplazamiento, distinción y estructuración de la ciencia, y tecnología de Colombia con los actores internacionales, con el fin de lograr una verdadera inserción en la comunidad científica internacional.

Paralelamente, el Ministerio de Ciencias, Tecnología e innovación, suscribió un Memorando de Entendimiento en agosto del 2021, con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI); y con el Ministerio de Relaciones Exteriores suscribió, el Acta de Intención en noviembre de 2021, sobre Política Publica de Internacionalización y Diplomacia Científica, de tecnología e innovación.

Con el Memorando y con el Acta, antes suscritos, se puede afirmar que dentro de la sociedad del conocimiento, en la era digital y la globalización, Colombia ha logrado concretar una fórmula compuesta por un trípode, Ciencia – Diplomacia – Cooperación, a través de la Alianza, entre Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, y la Organización de Estados Iberoamericanos; que con su esfuerzo continuo, han logrado entender la transformación que incluye la política y la ciencia, como elementos que estructuran los instrumentos que ayudan, a la toma de decisiones de los estados que quieren resolver los desafíos que afrontan, a través de una economía productiva, basada en el conocimiento, que alivie los problemas de su sociedad, y de la humanidad.

Es por esta razón, que se está trabajando activamente en la elaboración de una política pública de internacionalización de la ciencia, tecnología e innovación, que indudablemente va acompañada del surgimiento de una figura jurídica, como es la Diplomacia Científica, la cual, causa una renovación de la Diplomacia tradicional de Colombia, que se venía desarrollando el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.

El surgimiento de esta política pública de internacionalización viene acompañado de toda una Estrategia Nacional de Diplomacia Científica, con una visión clara de que la agenda internacional de Colombia debe trascender, e insertarse en el mundo actual, a través de instrumentos que guían la sociedad del conocimiento, como son la ciencia, tecnología e innovación para la paz y el desarrollo sostenible.

Todos estos nuevos elementos que surgen para fortalecer la ciencia, la tecnología y la innovación en Colombia, hacen parte, de las propuestas consignadas en el Conpes de la Política Nacional, que tienen que ver con el eje de la gobernanza, el cual estableció para Colombia una vía fundamental en el desarrollo de actividades de internacionalización y cooperación internacional, más allá de la simple cooperación técnica, porque busca el posicionamiento de los científicos colombianos.

La Misión Internacional de Sabios, planteo de forma urgente el desarrollo de la Diplomacia Científica como tema fundamental, no simplemente para un debate sino, para que se convirtiera en un imperativo en la cooperación internacional de Colombia; esto implica, un gran impulso a la gobernanza del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI), que por supuesto jalono la creación del Comité Científico Nacional (CCN), y a partir de ese momento ayudo a nivel gubernamental, en todas las decisiones de política pública, que tengan que ver con la ciencia.

Adicionalmente, planteó temas relevantes para que Colombia construya, a 2030, una sociedad basada en el conocimiento científico y no en la explotación de materias primas. Las tecnologías convergentes; las industrias culturales y creativas; la energía sostenible; la biotecnología el medio ambiente y la bioeconomía; la investigación en océanos y recursos hidrográficos, las ciencias sociales; las ciencias de la vida y la salud, así como las ciencias del espacio, constituyen la base sobre la cual el país debe continuar profundizando y ampliado su conocimiento y experiencia, con miras a desarrollar una sociedad equitativa y sostenible.

Un momento realmente fructífero para Colombia, fue cuando el Ministerio de Relaciones de Colombia y el Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación suscribieron el acta de intención donde se ratificó, la consecución de los Nodos de Diplomacia Científica, y se reafirma la necesidad de darle un tratamiento especial a la diáspora científica de Colombia en el exterior.

Esta Acta, ha dinamizado todo el proceso de formulación de política pública, sobre internacionalización de la ciencia, la tecnología y la innovación y de la Diplomacia Científica, con el respaldo indiscutible de la Organización de Estados Iberoamericanos, y del ejercicio académico continuo de la Universidad Externado de Colombia, quienes han promovido constantemente la necesidad de repensar, todo lo relativo a la Diplomacia Científica como una Política de Estado, a través de su exitoso programa Capstone Inter maestrías.

La labor antes señalada, la realizara el Agregado Científico, que con su conocimiento sobre la materia podrá coadyuvar, a que la política exterior Colombiana se pueda direccionar a la consecución armoniosa de investigaciones bilaterales y multilaterales, con el apoyo de científicos colombianos radicados en el exterior y en Colombia, que con la ayuda presupuestal requerida, logren sacar adelante proyectos con el fin de desarrollar la productividad de Colombia, no solo con materias primas, sino a través del desarrollo del  conocimiento, que permita elevar el estándar de vida y calidad de la población colombiana.

La Red Colombiana de Investigadores en el exterior -Red Caldas, desde su inicio en 1991, ha tenido un gran éxito al lograr acercar los grupos de investigación nacionales, con los grupos de investigación de otros países; manteniendo una fluida comunicación que los vincula permanente con las actividades del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, a través de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia; sin embargo, la problemática de la diáspora no tenía una respuesta clara a muchas otras inquietudes.

Esta preocupación que se tenía por la Diáspora Científica Colombiana, se han logrado replantear, al tenerse el respaldo de la  Política Integral Migratoria del Estado Colombiano, que permite constituir un  grupo de trabajo interinstitucional, en el que participan por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores, la dirección de Asuntos Migratorios, Consulares y Servicio al ciudadano y por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el Viceministerio de talento y Apropiación del Conocimiento; en lo relativo a estrategias que faciliten el retorno de los colombianos en el exterior.

Esto permitirá el intercambio de experiencias; así como fortalecer redes internacionales; desarrollar proyectos de investigación y sobre todo fomentará una alianza entre Universidad-Empresa-Estado-Sociedad.

El eje central de las preocupaciones de los gobiernos nacionales es asimilar lo más pronto posible la ciencia, tecnología y la innovación emergente, y su impacto en las estructuras tradicionales de gobierno y servicio exterior, el cual prestan sus Ministerio de Relaciones Exteriores o en otras palabras actualizar sus “Cancillerías” a las nuevas dinámicas del Siglo de la Cuarta Revolución Industrial.

En el caso colombiano, para desarrollar la labor antes señalada, los mejores aliados estratégicos han sido el Ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación y la Organización de Estados Iberoamericanos, quien, con su visión, ha logrado trabajar armoniosamente en la construcción de la Estrategia Nacional de Diplomacia Científica.

En su elaboración han logrado consenso, de un proceso irreversible que permita unir esfuerzos de la ciencia y la política exterior, como instrumentos idóneos para integrarse ante el desafío de la transformación científica, tecnológica y digital, de los escenarios diplomático, de los nuevos servidores de la carrera Diplomática colombiana.

El nuevo entramado de la toma de decisiones dentro de la sociedad del conocimiento requerirá, de habilidades de negociación e inserción en el campo de la colaboración y cooperación de investigación científica, de personas dotades de esos saberes.

Por esta razón, inicialmente la Dirección de la Academia Diplomática “Augusto Ramírez Ocampo”, ha desarrollado varios cursos y talleres sobre el tema; Igualmente, algunas otras instituciones universitarias.

Ante esta situación, se concibió la necesidad de crear un Programa Piloto en Diplomacia Científica de las Misiones de Colombia en el Exterior, a través de Nodos de Diplomacia Científica, que inicialmente aprovecharían el potencial de nuestras misiones en el exterior, como son: Embajadas de Colombia en Alemania, Brasil, Corea, España, Estados Unidos, Francia India, Israel y Suiza, en una primera fase.

Para fortalecer esta estrategia, se ha creado la Mesa Intersectorial de Diplomacia Científica, (MIDICI) donde confluyen, más de treinta actores provenientes del sector gubernamental de la academia, y del sector privado, quienes se encargan de enriquecer con su reflexión.

Igualmente, hay que destacar que los convenios suscritos por estos dos aliados estratégicos han logrado sacar adelante programas vitales que respaldan la creación del Centro de Innovación de Transformación, y el Centro e Innovación y Productividad en los siguientes programas:

  1. Mujer +Ciencia +Equidad, cuyo objetivo es promover la vocación de científica.
  2. El Programa Ondas, que busca promover el interés por la investigación y el desarrollo de actividades y habilidades en niños, niñas y jóvenes y que permitan desarrollar una cultura de la ciencia, la tecnología y la innovación.
  3. Laboratorios STEM para niños.
  4. Programa de computadores para educar.
  5. Programa de recuperación de ecosistemas marinos.
  6. Convenio de cooperación internacional con la Agencia Nacional de Tierras.
  7. Convenio de Transformación Digital Procuraduría General de la Nación.
  8. Transformación digital ANM Agencia Nacional Minera.

Ante este panorama exitoso de la Cooperación para el desarrollo de Políticas Públicas de internacionalización, que viene desarrollando la Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la Ciencia y Cultura (OEI), es importante que los estados miembros lo sigan respaldando.

Por esta razón, el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación de Colombia, al realizar este avance en la Diplomacia Científica, siempre busco la alianza estratégica de la OEI, cuya amalgama favorecen la toma de decisiones del estado colombiano.

Conclusión

Este documento ha planteado la relación entre la agenda internacional contemporánea y los retos que tiene por superar, así como la importancia creciente que la CTI y la Diplomacia Científica tienen en un entorno en el cual, el Estado junto con otros actores deben atender necesidades crecientes de las comunidades en diferentes niveles de la administración.

Los desafíos crecientes del siglo XXI no pueden ser solucionados por un único actor, razón por la cooperación internacional y la interacción más estrecha ente el Estado, las Organizaciones Internacionales, el sector privado, entre otros, puede arrojar importantes resultados. En ese sentido, se mostró que el Ministerio de Ciencia y Tecnología, en conjunto con la OEI, viene desarrollando una hoja de ruta que refleja una agenda diversa y ampliada en beneficio de los municipios y departamentos de Colombia.

Se planteó que la gobernanza internacional no sólo escribe y analiza las relaciones entre diversos actores internacionales, sino que también contribuye a escenarios más participativos y democráticos, con lo cual, se empodera a las comunidades para la toma de decisiones. El acompañamiento de las Organizaciones Internacionales, en este caso la OEI, ha resultado positivo en la medida que contribuye al fortalecimiento de la acción pública y a la ampliación de la agenda tradicional de relacionamiento, llevando a territorios distanciados del centro proyectos necesarios para su desarrollo.

Así mismo, la utilización creciente de la diplomacia científica, que vincula tanto la toma de decisiones política como la utilización de la CTI para la solución de problemas comunes, genera sinergias positivas para el desarrollo de una agenda ampliada, que fortalece el vínculo entre la ciencia y las políticas públicas. En este sentido, la vinculación de actores relevantes, como los ministerios públicos y otras entidades nacionales, el sector privado y la sociedad civil, resultan relevantes y necesarios para el desarrollo de una estrategia estructural y de largo plazo, que facilite apropiarse no sólo del Informe de la Misión de Sabios de 2019, sino de otros insumos de política estratégicos que se han producido y que faciliten la transición del modelo de desarrollo y la construcción de una sociedad del conocimiento equitativa y sostenible.

Referencias

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