6 de septiembre de 2021

Tanto en las Naciones Unidas, como en Colombia se habla de los pueblos indígenas, pero no con los pueblos indígenas

"(...) los representantes de organizaciones indígenas trabajan de manera ardua y comprometida en los objetivos globales de biodiversidad, pero no tienen una voz real en las negociaciones ambientales de la ONU".

Martha Isabel Gómez Lee

PhD en estudios políticos de la Universidad Externado de Colombia, con beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico (Daad) en la Universidad Libre de Berlín.

Docente investigadora del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales (Cipe) de la Facultad de Finanzas Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

martha.gomez@uexternado.edu.co


La controversial presentación del presidente Iván Duque y los líderes indígenas del Amazonas en la PreCOP de Biodiversidad de la semana pasada, pone de presente que si realmente queremos salvar la biodiversidad del planeta hay que darles a los pueblos indígenas el mismo estatus que los Estados en las negociaciones de las Naciones Unidas. ¡Tenemos que superar la brecha entre la retórica y pasar a la acción! Esta es una tarea de los líderes globales, jefes de Estado, empresas y organizaciones de la sociedad civil.

Sin embargo, la asimetría entre los Estados y los pueblos indígenas fue evidente en la primera parte de la tercera sesión del Grupo de Trabajo de Composición Abierta para el Marco Mundial de Biodiversidad Post 2020, en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (CDB). Esta reunión se llevó a cabo del 23 de agosto al 3 de septiembre de 2021, contando con 1680 participantes inscritos y más de 200 organizaciones que actuaron como observadoras. La segunda parte de esta reunión se llevará a cabo dentro en enero de 2022 en Ginebra-Suiza y la tarea para los pueblos indígenas es mayúscula, pues sus peticiones no son tenidas en cuenta sino son presentadas por un Estado.

El objetivo de esta nota es compartir la experiencia que tuve como invitada de Edith Bastidas, indígena del pueblo de los Pastos, abogada, especialista en derecho constitucional y parlamentario, magister en estudios políticos a participar de la tercera sesión del Grupo de Trabajo de Composición Abierta para el Marco Mundial de Biodiversidad Post 2020. Gracias a Edith Bastidas tuve el honor y privilegio de quedar acreditada en esta reunión en representación de la Red de Mujeres Indígenas de América Latina y el Caribe. Lo que presencié es que los representantes de organizaciones indígenas trabajan de manera ardua y comprometida en los objetivos globales de biodiversidad, pero no tienen una voz real en las negociaciones ambientales de la ONU.

En virtud del evento que organizamos en la Facultad de Finanzas Gobierno y Relaciones Internacionales y el Instituto Iberoamericano de Berlín en junio pasado sobre la autoridad epistémica de los pueblos indígenas, la periodista alemana Ulrike Prinz me advirtió que el principal problema era la falta de inclusión de las pretensiones de los pueblos indígenas en las negociaciones de este MMDB. Como Prinz me señaló, lo grave, es que este problema tiene sus raíces en la estructura del derecho internacional y me citó a René Kuppe, antropólogo jurídico y experto en derecho indígena: “Los pueblos indígenas tienen sus representantes en el CDB, al igual que las organizaciones privadas y los grupos de interés económico-, pero no tienen el mismo estatus que los Estados. Los pueblos indígenas simplemente no son sujetos de derecho internacional” (Prinz, 2021).

El papel fundamental de los pueblos indígenas para solucionar la situación de emergencia por pérdida de la biodiversidad global es conocido desde hace más de treinta años. En respuesta, la comunidad internacional reunida en la célebre Cumbre de la Tierra de las Naciones Unidas de Río en 1992 decidió adoptar el CDB, un acuerdo legalmente vinculante que hoy tiene prácticamente adhesión universal, 196 países lo han ratificado, aunque Estados Unidos no lo ha hecho. Sin embargo, mientras no se reconozca a los pueblos indígenas como sujetos de derecho internacional, no se podrá solucionar el problema de pérdida de la biodiversidad global. Ellos defienden los derechos de la naturaleza, a la que como dice el secretario general de la ONU, la humanidad le ha declarado la guerra y es apremiante declarar la paz con la naturaleza.

Esta paz la atesoran los pueblos indígenas. Como señalan Toledo y Barrera-Bassols, 2008) la memoria de la especie humana resulta del encuentro entre lo biológico y lo cultural. Esta memoria reside en la larga y compleja colección de sabidurías locales de cuyo análisis en conjunto se deben obtener recuerdos claves, sucesos que han ejercido una influencia profunda y duradera al total de la especie. “Cuando se certifican las antigüedades de los pueblos indígenas, a partir de las evidencias arqueológicas y etno-históricas, queda revelado un proceso de transmisión de experiencia de largo aliento de una larga e íntima relación entre la cultura y la naturaleza” (p.17).

En este contexto, argumento en mis investigaciones del CIPE, que hay que darle voz a la memoria de la humanidad, para lo cual se requiere reconocer el estatus de sujetos de derecho internacional de los pueblos indígenas. Solo así podremos vivir en armonía con la naturaleza como lo busca la ONU. A continuación, presentaré un resumen de lo que está en juego en la COP 15 del CDB, sobre este particular.

El Marco Mundial de Biodiversidad será la hoja de ruta que los 196 países adscritos al CDB acordarán para revertir la pérdida de biodiversidad en los próximos 10 años. El marco es una contribución fundamental a la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El objetivo del marco es:

impulsar a los Gobiernos y a la sociedad en su conjunto, incluidos los pueblos indígenas y las comunidades locales, la sociedad civil y el sector empresarial, a adoptar medidas urgentes y transformadoras para lograr los resultados planteados en su visión, misión, objetivos y metas, y así contribuir a la consecución de los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica, sus Protocolos y otros acuerdos multilaterales, procesos e instrumentos relacionados con la diversidad biológica (CDB/WG2020/3/3, 5 de julio de 2021).

Se espera que sea un tratado histórico que contenga un compromiso solido de los lideres políticos para lograr los cambios y transformaciones urgentes. Hay que cambiar nuestro vínculo con la naturaleza. Lo fundamental es que este marco está elaborado en torno a una teoría del cambio, que reconoce que:

Se requieren medidas urgentes de políticas a nivel mundial, regional y nacional para transformar los modelos económicos, sociales y financieros de manera que las tendencias que han exacerbado la pérdida de diversidad biológica se estabilicen en los próximos 10 años (para 2030) y permitan una recuperación de los ecosistemas naturales en los siguientes 20 años, lográndose mejoras netas para 2050 a fin de lograr la visión del Convenio de “vivir en armonía con la naturaleza para 2050”. También supone que se necesita un enfoque de todo el gobierno y la sociedad para realizar los cambios que se requieren en los próximos 10 años como paso intermedio hacia el logro de la Visión para 2050. Por lo tanto, los Gobiernos y las sociedades deben establecer prioridades y asignar recursos financieros y de otro tipo, internalizar el valor de la naturaleza y reconocer el costo que tiene no tomar medidas (CDB/WG2020/3/3, 5 de julio de 2021).

En el Tercer Diálogo Temático Global para Pueblos Indígenas y Comunidades Locales sobre el Marco Global de Biodiversidad Post-2020, Virtual, 5 de agosto de 2021, Ramiro Batzin, co-presidente del FIIB Fondo Internacional Indígena sobre Biodiversidad señaló lo siguiente:

La meta 20 que ha incorporado el reconocimiento al consentimiento libre, previo y fundamentado de los pueblos indígenas y comunidades locales lo cual nos parece un gran avance, así como que los pueblos indígenas participen en la toma de decisiones para la gestión de la biodiversidad.

La meta 21, ha incorporado el reconocimiento al respeto a nuestros derechos sobre nuestras tierras, territorios y recursos como lo establece la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, lo que también es un avance significativo.

Las metas 20 y 21 deben ser identificadas como metas transversales.

En otras metas tenemos sugerencias para mejorarlas.

Los pueblos indígenas consideramos que es urgente que el marco global post 2020, avance en reconocer y visibilizar que los pueblos indígenas aportan a la conservación de la biodiversidad, de una manera significativa.

Consideramos que para que este marco tenga éxito y sea inclusivo será necesario el reconocimiento explícito a los territorios de los pueblos indígenas y comunidades locales, que contienen la mayor diversidad biológica existente de la tierra, así como el apoyo a nuestras iniciativas de conservación y el respeto a nuestros derechos al uso consuetudinario sostenible.

La mayor diversidad biológica existente se encuentra en nuestros territorios, por ello para nosotros es fundamental asegurar nuestros derechos en este marco posterior al 2020 porque de esa manera seguimos asegurando la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica para el presente y las generaciones futuras contribuyendo así al bienestar el mundo.

Nuestra meta última no es distinta a las aspiraciones de la humanidad. Actualmente, los pueblos indígenas y no-indígenas comparte un mismo objetivo: proteger la Naturaleza. Estoy seguro de que hay varios caminos para llegar a nuestro destino común. Este dialogo nos permite escucharnos, discutir, proponer sobre todos esos elementos que hacen nuestro camino. Queremos dialogar, presentarles nuestras ideas y escuchar sus ideas. Las y los mayores nos han ensañado que los diálogos inician escuchando. Antes de hablar a la noche, al bosque, al rio, debemos aprender a escucharlos, para tener un verdadero dialogo.

Teniendo en cuenta que no se les reconoce su estatus de sujetos del derecho internacional, los pueblos indígenas seguirán trabajando de manera ardua para que haya Estados que den eco a su voz en las negociaciones sobre el marco mundial de biodiversidad posterior a 2020 en la Décimo quinta reunión de la Conferencia de las Partes. Para esta COP la ONU ha convocado a las reuniones en dos partes. Una primera parte de las reuniones que se llevarán a cabo virtualmente del 11 al 15 de octubre de 2021, y la segunda parte se volverá a reunir en reuniones presenciales en Kunming, China, del 25 de abril al 8 de mayo de 2022.

Lo pueblos indígenas en el Grupo de Trabajo de Composición Abierta para el Marco Mundial de la Diversidad Biológica posterior a 2020, contaron con Estados que acogieron sus pretensiones y las presentaron ante la ONU, tales como Bolivia, Ecuador, México, Guatemala, República Dominicana y Australia. La próxima cita para este grupo es en enero de 2022 en Ginebra, en donde se espera que Colombia pase de la foto en la maloca indígena, a la acción. Se acaba el tiempo para hablar con los pueblos indígenas y recuperar la memoria de la humanidad para saber cómo vivir en armonía y paz con la naturaleza.

Referencias

Batzin, Ramiro (2021). Tercer Diálogo Temático Global para Pueblos Indígenas y Comunidades Locales sobre el Marco Global de Biodiversidad Post-2020, Virtual, 5 de agosto de 2021. Fondo Internacional Indígena (FIIB).

CDB/WG2020/3/3, 5 de julio de 2021.

Prinz, U. (23 de abril de 2021). Umweltpolitik: Indigene fordern wirksamen Schutz ihrer Rechte, Lebensweisen und Territorien. https://www.riffreporter.de/de/umwelt/indigene-fordern-bei-naturschutz-klima-umwelt-rechte-mitbestimmung

Toledo, V. M., & Barrera-Bassols, N. (2008). La Memoria Biocultural: la importancia ecológica de las sabidurias tradicionales.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *