16 de enero de 2020

Trump: un presidente de grandes apuestas en política exterior

El profesor Rafael Piñeros hace un análisis de tres niveles sobre la política exterior del actual Gobierno de Estados Unidos: el mundo, Medio Oriente e Irán.

Rafael Piñeros

MA en Análisis de problemas políticos e internacionales contemporáneos

Doctorando en Estudios Políticos

Profesor e Investigador de la Escuela de Relaciones Internacionales – FIGRI

@RafaPinerosA | rafael.pineros@uexternado.edu.co

La política exterior tradicionalmente no quita ni pone presidentes aún en un país con intereses globales como Estados Unidos (EE.UU.). Así mismo, los presidentes suelen alejarse de grandes transformaciones de lo que ha sido la diplomacia que han seguido otros en el pasado, esto porque desataría profundos cambios en la posición e intereses del país y porque no necesariamente por transformar el mundo se ganan elecciones a nivel interno. Los estadounidenses eligen pensando más en los problemas de Ohio o Florida, que en las decisiones que afectan a otros países como Myanmar, Uruguay o Polonia. En ese sentido, los debates sobre política exterior son muy mediáticos pero poco influyentes políticamente hablando.

UNA POLÍTICA EXTERIOR CONFRONTACIONAL

Donald Trump se ha caracterizado por una clara intención de modificar las líneas que en el pasado se habían mantenido, al menos frente a ciertos temas o estados. Por un lado, bajo el mandato de Obama, hubo un claro compromiso y disposición por reconocer y enfrentar el problema del cambio climático, con la firma del Acuerdo de París de 2015 y con una rígida normativa interna que favorecía el cambio tecnológico para producir menos CO2 a nivel interno. Bajo la administración actual, no sólo se retomó la vieja idea de políticos y científicos conservadores, quienes argumentan que el cambio climático no es causado por la mano del hombre sino que es una manifestación natural de cambio de era; adicionalmente, se han relajado o modificado disposiciones ambientales, como la que permite perforaciones tipo Fracking en zonas y ecosistemas sensibles que ponen en riesgo parques naturales, como ha sucedido en Dakota del Norte y, también, se retiró a EE.UU. del acuerdo parisino argumentando que limitada el crecimiento económico y el desarrollo empresarial.

En otras palabras, lo hecho anteriormente era un desastre y se están recomponiendo las cosas para favorecer America first again, argumenta el actual inquilino de la Casa Blanca. No es muy distinto al eslogan de la anterior administración republicana de George W. Bush New American Century, cuyos “halcones”, entre los que se encontraban John Bolton –hasta hace poco asesor de seguridad nacional-, Dick Cheney y Donald Rumsfeld, construyeron una idea alrededor de la supremacía moral y militar como fuente de liderazgo mundial que facilitó, entre otras cosas, una lucha frontal contra el terrorismo con dudosos resultados en términos de derechos humanos.

Otro elemento en el cual Trump ha transformado sustancialmente sus posturas, han sido las constantes y reiterativas disputas con aliados tradicionales (europeos) y con rivales de peso como China. A los primeros se les ha tratado de exigir, por un lado, un aumento en sus presupuestos de seguridad y defensa al interior de la OTAN y, por otro, una mayor presión hacía países como Corea del Norte e Irán, para que abandonen sus planes de enriquecimiento de Uranio con fines militares. Los países europeos, han tratado de mantenerse en su postura de no aumentar más del 2.5% del PIB a los asuntos de seguridad y defensa, sin que ello genere un rechazo por parte de los estadounidenses y, frente a terceros, han tratado de desarrollar la diplomacia como vehículo para lograr compromisos con los países evasivos de la normatividad internacional.

Respecto a China, aunque en los últimos días parece haberse generado un principio de acuerdo sobre temas comerciales, que de por finalizada la agría disputa que enfrenta a americanos y asiáticos, los mercados internacionales llevan más de un año resintiendo los efectos de sanciones, declaraciones agresivas y nuevas tasas e impuestos a productos que previamente transitaban sin ningún tipo de restricción.

ORIENTE MEDIO – UNA REGIÓN QUE SE RESISTE A LA PRESENCIA DE ESTADOS UNIDOS

No sólo está administración, sino la actuación de EE.UU. en los últimos treinta años, refleja lo que Bertrand Baddie en 2004, señalo como l’impuissance de la puissance o lo que es lo mismo, la impotencia de la potencia. A pesar de los enormes recursos financieros y humanos desplegados, de las alianzas forjadas con estados fuertes como Arabia Saudita e Israel y la presencia militar masiva en casi todos los países de la región1, sus intereses, su presencia y sus políticas son fuertemente rechazadas. Las invasiones a Afganistán e Iraq, la lucha perene frente a Al Qaeda o ISIS y la salida por la puerta de atrás de Siria son reflejo de lo anterior.

No todos los problemas han sido causados por D. Trump y su estilo impulsivo, incendiario y fanático. Los ejemplos anteriores son reflejo de lo anterior. El actual inquilino no bombardeo Afganistán ni Iraq y tampoco incursionó en Siria. Sin embargo, su intención de retirarse de la región y que aquello no fuera visto como una derrota, ha sido difícil de alcanzar. Pareciera que cada presidente, más que disminuir la presencia, la intensifica generando una atracción difícil de resistir. Parece una condena, como en el pasado le sucedió a Reino Unido y su intento de moldear una región afín a sus intereses.

Tal vez ese sentimiento de impotencia quedo reflejado en la revista foreign affairs de diciembre de 2015, cuando mencionaba la necesidad de construir una región post americana. Partiendo de reconocer el fracaso en suministrar seguridad y prosperidad, una especie de Pax Americana, EE.UU. debía comenzar una retirada paulatina y reconfigurar relaciones políticas a partir de una distancia más amplia, que permitiera a los países de la región por sí mismos, desarrollar y ampliar sus relaciones, sin que el Tío Sam estuviera en la sombra bloqueando, influyendo o aconsejando sobre lo que debe hacerse o no. Sin embargo, aunque en campaña prometió el retorno de los soldados dispuestos en la región, Trump ha mantenido y en algunos casos como Iraq, aumentado la presencia de tropas.

IRÁN: UN LÍDER INCÓMODO

A pesar de los diversos conflictos que atraviesa EE.UU. un elemento constante en los últimos cuarenta años ha sido la relación con Irán. Para los estadounidenses, el régimen instaurado en 1979 con la victoria de la Revolución Islámica, es un intento por propagar una ideología incendiaria, revolucionaria y ajena a los intereses de Estados Unidos en la zona. Igualmente Irán, junto con Turquía e Israel, se convierten en lideres naturales de una región convulsa. Por lo tanto, sigue siendo recurrente en los círculos de poder de Washington, responder a la pregunta ¿Cómo influye mejor Estados Unidos para producir cambios internos en Irán, a través de la negociación y los acuerdos multilaterales o mediante la imposición de sanciones y la presión financiera? Sin duda, la administración de Obama confió en la primera opción y la actual hace de la segunda el medio más utilizado. La intempestiva acción de ejecutar al general Qassem Suleimani el 3 de enero de 2020, es simplemente un intento adicional de una gran apuesta.

Obama confiaba que el acuerdo multilateral denominado Plan Conjunto de Acción Comprehensiva2 (JCPOA, por sus siglas en inglés), sería suficiente para que Irán y su presidente Hassan Rouhani, desistieran de continuar enriqueciendo Uranio con fines militares e iniciara una senda de acercamiento hacia occidente que, eventualmente, con el tiempo, produjera transformaciones internas que evitaran la expansión de ideologías revolucionarias, el riesgo a aliados y activos estratégicos y mejorara la percepción estadounidenses en la región. En otras palabras, se pensaba que construir un régimen internacional que no fuera tan represivo podría generar cambios internos. La llegada de Trump hecho en saco roto lo anterior, pues en mayo de 2016 anunció el retiro de EE.UU. del acuerdo. Sin embargo, de acuerdo a informes de la CIA, Irán seguía en julio de 2019 cumpliendo lo pactado, lo cual nos lleva a cuestionar, por qué Trump decidió asesinar a Suleimani.

En efecto, hace parte de una gran apuesta que se sintetiza en los siguientes puntos. En primer lugar, durante 2019 sucedieron graves incidentes entre ambos países. Ataques a infraestructura en Arabia Saudita, ataque a drones americanos por parte de tropas iraníes, mayor actividad subversiva en Iraq financiada por Irán, que daba la impresión que EE.UU. perdía la capacidad de disuasión a través de la fuerza. Asesinar a Suleimani era una demostración de fuerza dirigida a demostrar que podía dar grandes golpes a un bajo costo.

En segundo lugar, y derivado de lo anterior, para la CIA y el Departamento de Defensa era claro que la respuesta iraní sería menor al daño sufrido. Irán no tiene la capacidad de atentar directamente contra el Jefe del Estado Mayor Conjunto Mark Milley, con lo cual, era una victoria anticipada para EE.UU. En tercer lugar, presionar a Irán podría generar errores, tal como sucedió el pasado 8 de enero con el derribo del avión de Ukraine Airlines por parte de tropas iraníes. La retórica incendiaria y conflictiva, ha sido un arma que atemoriza en los círculos políticos de Teherán, por lo cual, Trump sabía que un poco de presión e intimidación podría causar errores, que condujeran a protestas masivas y, eventualmente, al cambio de régimen. Aunque nada está escrito, las cartas están jugadas. Sólo el tiempo demostrará si la mano dura de Trump es capaz de desestabilizar un régimen que cumplió 40 años en el poder, que tiene una influencia importante en países como Siria, Iraq y el Líbano y que ha sido en gran satán para los últimos 6 inquilinos de la oficina oval.

Notas

1 De acuerdo a información de Washington Post, actualmente son casi 70.000 las tropas distribuidas en diferentes países de la región. Para mayor información ver:
https://www.washingtonpost.com/world/where-us-troops-are-in-the-middle-east-and-could-now-be-a-target-visualized/2020/01/04/1a6233ee-2f3c-11ea-9b60-817cc18cf173_story.html
2 El acuerdo vincula a Alemania, China, Estados Unidos, Irán, Francia, Reino Unido, Rusia y Unión Europea, en un intento por reducir el enriquecimiento de Uranio, eliminar las sanciones que no permiten la transformación económica y generar condiciones para mejorar el desarrollo tecnológico iraní.

Foto de Felipe Medina Gutiérrez: Mural en la antigua embajada de EEUU en Teherán que recrea la vigilancia y el ataque de un dron (avión no tripulado)

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